vendredi 31 juillet 2009

Idea profunda nº 9


"La señora Michel tiene la elegancia del erizo: por fuera está cubierta de púas, una verdadera fortaleza, pero intuyo que, por dentro, tiene el mismo refinamiento sencillo de los erizos, que son animalillos falsamente indolentes, tremendmente solitarios y terriblemente elegantes."
La elegancia del erizo. Muriel Barbery

jeudi 23 juillet 2009

Tanto que aprender


Envejecer es inevitable, madurar es opcional




Hay tantas cosas que no entiendo...

Qué injusta resulta a veces la vida.



Te quiero MON AMOUR!

mercredi 22 juillet 2009

Lo que yo siento

¡FELICIDAD!

lo que yo siento cuando echo la beca es

¡FELICIDAD!





Virgen santa lo que me ha costado. No es una erasmus, simplemente la beca universitaria 2009, pero ha costado...
Al final hacer la matricula, la beca, y todo lo que quieran por Internet no sirve para nada. Lían al alumnado, y al final terminas teniendo que ir a Secretaria para llevar los mil y un papeles, de los cuales el personal que allí te atiende no tienen ni idea y la mayoría de veces no saben ni lo que te falta o te deja de faltar.
Las aplicaciones funcionas solamente cuando a ellas se les antoja, mientras tanto, esperas. Ocho veces he comenzado ha hacer la beca, ocho. Y para remate, no te guardan ni un simple dato, así que cada vez que se le apetece desconectarse tienes que volver a empezar y a poner todos los datos que te piden... que no son pocos.
Donde este el papel, que se quite lo demás.

dimanche 19 juillet 2009

Ilusión



Sí, exacto, creo que la palabra adecuada es esa.


Ilusión.




Me siento viva, con ganas de seguir disfrutando de lo que más me gusta, de no parar en todo el verano. Necesito hacer cosas, formarme, aprender. Ahora más que nunca quiero seguir hacia adelante. Parece mentira, nunca creí que volvería a decirlo,

¡TENGO GANAS DE APRENDER, DE ESTUDIAR!


Siento que he vuelto al mundo. He estado ausente demasiado tiempo y en tan solo dos años, aquí estoy. Para bien o para mal, SOY YO.


Si el mundo fuera siempre así...




100% moi. A prendre ou à laisser

vendredi 17 juillet 2009

La Quête





Rêver un impossible rêve


Porter le chagrin des départs


Brûler d'une possible fièvre


Partir où personne ne part




Aimer jusqu'à la déchirure


Aimer, même trop, même mal,


Tenter, sans force et sans armure,


D'atteindre l'inaccessible étoile



Telle est ma quête,


Suivre l'étoile


Peu m'importent mes chances


Peu m'importe le temps


Ou ma désespérance


Et puis lutter toujours


Sans questions ni repos


Se damner


Pour l'or d'un mot d'amour


Je ne sais si je serai ce héros


Mais mon cœur serait tranquille


Et les villes s'éclabousseraient de bleu


Parce qu'un malheureux




Brûle encore, bien qu'ayant tout brûlé


Brûle encore, même trop, même mal


Pour atteindre à s'en écarteler


Pour atteindre l'inaccessible étoile

jeudi 16 juillet 2009

¿Qué otra palabra que no sea "feliz"?


Nunca creí que podrían llegar tantos y tantos momentos como los que he vivido este año.


Me parece mentira, apenas me los puedo creer.


Supongo que ya era hora de que la vida me sonriera, que disfrutara, que dejara de llorar a cada momento y por cada rincón, ya era hora. Ahora todas las lágrimas que tengo son por emoción, por alegría, por felicidad. Ya no me siento sola en el mundo. Siento a gente a mi alrededor, que me quieren, más de lo que yo me puedo imaginar.




¿Qué sería de mi vida sino me hubiese encontrado con ellos?




Hoy (y siempre) me toca disfrutar, vivir cada momento con alegría, hacer lo que quiera con quien quiera, sin sentirme cohibida por nadie. Siendo yo misma.



Dicen que ser feliz es gratis, una gran verdad.

(Te echo de menos Matu)

mercredi 8 juillet 2009

Recortes de prensa.




Aunque no creo necesario decirlo, el primer recorte es real y el segundo imaginario.


El escultor vive en la calle Riquet, lo que no me parece una idea acertada, pero en París no se puede elegir demasiado cuando se es argentino y escultor, dos maneras habituales de vivir difícilmente en esta ciudad. En realidad nos conocemos mal, desde pedazos de tiempo que abarcan ya veinte años; cuando me telefoneó para hablarme de un libro con reproducciones de sus trabajos más recientes y pedirme un texto que pudiera acompañarlas, le dije lo que siempre conviene decir en estos casos, o sea que él me mostraría sus esculturas y después veríamos, o más bien veríamos y después.



Fui por la noche a su departamento y al principio hubo café y finteos amables, los dos sentíamos lo que inevitablemente se siente cuando alguien le muestra su obra a otro y sobreviene ese momento casi siempre temible en que las hogueras se encenderán o habrá que admitir, tapándolo con palabras, que la leña estaba mojada y daba más humo que calor. Ya antes, por teléfono, él me había comentado sus trabajos, una serie de pequeñas esculturas cuyo tema era la violencia en todas las latitudes políticas y geográficas que abarca el hombre como lobo del hombre. Algo sabíamos de eso, una vez más dos argentinos dejando subir la marea de los recuerdos, la cotidiana acumulación del espanto a través de cables, cartas, repentinos silencios. Mientras hablábamos, él iba despejando una mesa; me instaló en un sillón propicio y empezó a traer las esculturas; las ponía bajo una luz bien pensada, me dejaba mirarlas despacio y después las hacía girar poco a poco; casi no hablábamos ahora, ellas tenían la palabra y esa palabra seguía siendo la nuestra. Una tras otra hasta completar una decena o algo así, pequeñas y filiformes, arcillosas o enyesadas, naciendo de alambres o de botellas pacientemente envueltas por el trabajo de los dedos y la espátula, creciendo desde latas vacías y objetos que sólo la confidencia del escultor me dejaba conocer por debajo de cuerpos y cabezas, de brazos y de manos. Era tarde en la noche, de la calle llegaba apenas un ruido de camiones pesados, una sirena de ambulancia.






Me gustó que en el trabajo del escultor no hubiera nada de sistemático o demasiado explicativo, que cada pieza contuviera algo de enigma y que a veces fuera necesario mirar largamente para comprender la modalidad que en ella asumía la violencia; las esculturas me parecieron al mismo tiempo ingenuas y sutiles, en todo caso sin tremendismo ni extorsión sentimental. Incluso la tortura, esa forma última en que la violencia se cumple en el horror de la inmovilidad y el aislamiento, no había sido mostrada con la dudosa minucia de tantos afiches y textos y películas que volvían a mi memoria también dudosa, también demasiado pronta a guardar imágenes y devolverlas para vaya a saber qué oscura complacencia.






De nuevo él. Adoro como escribe.
Leerle es viajar a otro muno, sentirme libre y a la vez complice de historias que nunca imaginaba. Tengo la sensación de ser un pájaro que vuela descubriendo pequeños detalles del muno con cada aleteo.