dimanche 13 juin 2010

Por una parte yo era inflexible respecto a los demás y exigente conmigo. Por otra, paradógicamente, era de lágrima fácil, aunque procuraba ocultarlo. No me hacía llorar lo que tenía delante de los ojos, sino lo lejano, lo imaginado, lo que en realidad no me atañía: un cachorrillo abandonado al que necesitaba acariciar y llevarlo conmigo, la desgracia de alguna amiga, la escena trágica de una película que sabía ficticia o, al contrario, la escena cariñosa y dulzona de una familia que se amaba... Todo eso me obligaba a llorar con desconsuelo. Y en esta inferioridad de condiciones, aspiraba vagamente a la felicidad, sin tener ni puta idea de lo que era como ya he demostrado. Y con la incertidumbre de que jamás la alcanzaría.

Antonio GALA, Los papeles de agua.

Aucun commentaire:

Enregistrer un commentaire